Las presiones que viven por las exigencias de la vida cotidiana, en una cultura posmoderna que prioriza el tener más que el ser, someten a los jóvenes a niveles de estrés que en ocasiones resultan preocupantes y que generan momentos de mucho sufrimiento.
Las razones pueden ser múltiples, el salto de la niñez a la adolescencia ya es por sí mismo un hecho estresante, recordemos que el mismo nombre que se le da a esta etapa de la vida viene de adolescer. Considerada como un período de transición entre la niñez y la adultez está provista de múltiples cambios y transformaciones que llevan al joven a alcanzar su identidad adulta.
Es una etapa de transición que resulta difícil y compleja, tanto para hijos como para padres. El cambio se da en muchos aspectos; los más notorios son los físicos, sociales y psicológicos.
La adolescencia es considerada un período de crisis en el cual adquieren especial preponderancia: la pérdida del cuerpo infantil y la adquisición del cuerpo adulto, el fin del vínculo de dependencia con los padres de la infancia y el inicio de relaciones donde es primordial la autonomía personal, elaboración de duelos, ya sea por los padres de la infancia, por el cuerpo y rol infantil, el logro de una escala de valores propia, y la búsqueda de identificación con el grupo de pares.
El adolescente transcurre por un período en el cual su identidad infantil que aparecía como “certeza” ahora comienza a ser cuestionada. Igualmente, la mutación del cuerpo de niño en el de un adulto no se produce según parámetros de armonía y uniformidad, lo cual genera una hipersensibilización y preocupación por su apariencia física que ocasiona malestar y ansiedad
Las razones pueden ser múltiples, el salto de la niñez a la adolescencia ya es por sí mismo un hecho estresante, recordemos que el mismo nombre que se le da a esta etapa de la vida viene de adolescer. Considerada como un período de transición entre la niñez y la adultez está provista de múltiples cambios y transformaciones que llevan al joven a alcanzar su identidad adulta.
Es una etapa de transición que resulta difícil y compleja, tanto para hijos como para padres. El cambio se da en muchos aspectos; los más notorios son los físicos, sociales y psicológicos.
La adolescencia es considerada un período de crisis en el cual adquieren especial preponderancia: la pérdida del cuerpo infantil y la adquisición del cuerpo adulto, el fin del vínculo de dependencia con los padres de la infancia y el inicio de relaciones donde es primordial la autonomía personal, elaboración de duelos, ya sea por los padres de la infancia, por el cuerpo y rol infantil, el logro de una escala de valores propia, y la búsqueda de identificación con el grupo de pares.
El adolescente transcurre por un período en el cual su identidad infantil que aparecía como “certeza” ahora comienza a ser cuestionada. Igualmente, la mutación del cuerpo de niño en el de un adulto no se produce según parámetros de armonía y uniformidad, lo cual genera una hipersensibilización y preocupación por su apariencia física que ocasiona malestar y ansiedad
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